Llevaba ya tiempo queriendo meterle mano al telefonillo del portero automático de mi casa. Y ¿por qué?
Pues básicamente porque al descolgar, algunas veces oías al interlocutor, y otras no, algo molesto, la verdad, pero también porque últimamente, había veces que si tocaban abajo la tecla de llamada, unas veces sonaba y otras, simplemente, no. Y ésto ya era otra historia.
He aquí al interesado. Un telefonillo de la marca FERMAX, de lo más normalito.
Para desmontarlo, simplemente se desatornilla el tornillo que hay en la parte inferior...
... y tirando de la tapa, el resultado es el siguiente (un poco decepcionante, la verdad):
La idea, simple, y efectiva. Engrasar el bulón del pulsador, para que se desplace como si fuera el primer día por todo su recorrido, sin imperfecciones que lo atasquen en zonas muertas. De hecho, siempre he seguido al pie de la letra el dicho que reza: la grasa, hace milagros.
Esta es la grasa que he empleado. No tiene justificación alguna, simplemente, era el envase que encontré primero de entre todos los tipos de grasa o aceite lubricante que tengo en casa o en el trastero. Eso sí, tiene la ventaja de que al ser grasa de cadenas, apenas escurre, y se mantiene algo más viscosa, por lo que se ensuciará todo menos.
Y por supuesto, desde que perdí un minuto en desmontar, quince segundos en engrasar, y otro minuto en montar, mi telefonillo funciona al pelo. Una tarea económica y efectiva donde las haya. Entre otras razones, porque ya lleva más de un mes funcionando como si fuera el primer día.
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