Desde que recibí mi kit de anillos de extensión para mi Canon EOS400D, he descubierto la magia de la fotografía de detalle o macro.
Se ve el mundo de lo pequeño desde otra perspectiva. Y aunque es muy diferente ver lo pequeño mucho más grande, la prácticamente total escasez de profundidad de campo, lo crítico del enfoque, y la práctica inutilidad del enfoque automático, hacen de esta disciplina algo más complicado que el simple apuntar y disparar.
El caso es que lo he estado utilizando en sus diferentes configuraciones (puedes utilizar indistintamente o de cualquier forma combinada los extensores de 13, 21 y 31 mm) con mis actuales dos objetivos (el 18-55 de Canon y el 70-210 de Tamron), y he sacado algunas fotos muy interesantes.
La primera, sólo para comparar, lo visto en el objetivo de 55 mm en modo macro, y luego con los anillos extensores:
Luego, una serie de fotos del interior de la tablet de mi mujer, una vez abierta, para que veáis sus tripas...
Los controles de un altavoz portátil bluetooth...
O los detalles de la cabeza de una figura del Belén de Playmobil...
El interruptor de mi vieja lámpara de sobremesa de IKEA...
O la tapa de protección del objetivo Canon 18-55 tras casi ocho años de uso...
En fin, una serie de fotos cuando menos curiosas, al acercar el mundo del detalle a nuestra mirada más acostumbrada a la generalidad.
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