Como quiera que los objetos actualmente los hacen con el menor costo posible, y como quiera también que mi especialización con la máquina de soldar no es precisamente de profesional, tal y como se le rompió a mi hija el carrito portabebés de juguete que tiene y decidí soldarlo, sabía que iba a romper más que arreglarlo...
A ver, entrando en materia, el carrito una vez soldado...
... y el detalle de ambas soldaduras, con el hueco más grande que cuando comencé a soldar, aunque, eso sí, perfectamente sujetas:
Bueno, además de la necesidad de cubrir los agujeros nuevos, también tocaba limpiar, lijar, y pintar lo estropeado por el calor de la soldadura.
Pero vayamos por partes. En primer lugar, a rellenar los huecos. Para ello, le pedí prestado a mi hermano los restos de un producto que sé que ha utilizado en arreglar, por ejemplo, la barandilla de su casa.
Este es el aspecto del producto, antes de empezar a amasarlo:
Cojo un trozo...
Y como dice el manual, a amasarlo hasta que se homogeneice el color.
Los dedos se van poniendo un poco sucios...
Y una vez amasado, procedo a rellenar los huecos generados en el proceso de soldadura, introduciendo bien el producto, y dejándolo lo más alisado posible.
Una vez rellenos los huecos con la masilla fría, hay que dejarla actuar.
Tras un par de días, con una lija fina adecento todos los añadidos, así como las partes de la pintura original quemadas por el calor, y tras encintar con cinta de carrocero todo lo que hay que proteger, procedo a darle una capa muy fina de pintura blanca en aerosol:
Un par de días después, va la segunda capa:
Tras un par de días, con una lija fina adecento todos los añadidos, así como las partes de la pintura original quemadas por el calor, y tras encintar con cinta de carrocero todo lo que hay que proteger, procedo a darle una capa muy fina de pintura blanca en aerosol:
Un par de días después, va la segunda capa:
A priori, el detalle de la primera foto tras el proceso de pintado parece que el resultado no ha sido muy satisfactorio. Los pegotes de soldadura y pasta, y la falta de pulido de la pintura no son estéticas al 100%. Sin embargo, la posición en la que van las reparaciones hace que no se aprecien apenas las imperfecciones de la pintura, y que comparando con la situación original, la sillita haya recobrado la vida y su aspecto:
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