Tras la publicación en ocasiones anteriores de la primera y segunda entrega, procedo a mostrar algunos ejemplos de lo que no debería ocurrir si los autores hubieran puesto un poquito más de atención a la hora de elaborar textos de cara al público:
1. Revista de anuncios clasificados El Trastero.
Viendo el otro día la citada revista de anuncios, observé con asombro, en la contraportada, un anuncio de un compraventa de coches de la ciudad, llamándome poderosamente la atención la frase anterior a su slogan:
Ignoro si ha sido un fallo propio o tiene algo que ver con el corrector ortográfico, pero, además de que los vehículos los tiene parados (stop), también los tiene almacenados (stock). A ver si para el número del mes de octubre lo han corregido...
2. Folleto buzoneo.
En este caso, se trata de un folleto que apareció el otro día en mi buzón. Os dejo que lo veáis...
Por si no lo habéis encontrado (a mí me hizo daño en los ojos nada más verlo) os hago una ampliación de la zona en cuestión:
Ni la tilde en quien (sobra de todas, todas) ni el dirigido (sí dirigido) están en condiciones. Un fallo en toda regla, no achacable al programa informático que haya servido para la generación del flyer.
3. Cartel artesanal.
Este cartel, encontrado hace unos días en Badajoz, es la caña. Ignoro quién será el autor, pero... mejor que lo hubiera hecho con un ordenador, y que hubiera pedido ayuda a alguien más capaz.
Aunque... ¿quién sabe? A lo mejor lo hizo a propósito para aparecer en Internet y/o llamar la atención en directo ante los peatones que circulan frente al escaparate...
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