Durante mis vacaciones de verano en Oropesa del Mar, este año tenía que sacarle partido a mi nueva cámara de acción Xiaomi YI, que iba a ser el relevo natural y tecnológico de mi cámara de acción anterior. Además, iba a ser el relevo sí o sí, una vez que se me mojó por completo la cámara de acción anterior (aún no la he podido identificar tras dos años conmigo).
El caso es que tras la aventura de mojar la primera, y tras un buen rato del bautizo submarino de la YI, me encuentro con esto:
Por supuesto, la calidad de las fotos y vídeos que estaba intentando grabar, cayó en picado...
Rápidamente la saqué del agua previendo que se pudiera haber mojado, igual que le pasó el día anterior a la ya muerta.
Dejándola un rato al sol, con la carcasa abierta, el vapor de agua acumulada en la lente desapareció, y no ví traza alguna de agua en el interior de la carcasa.
No sólo me ha condensado en el interior de la carcasa protectora en el mar. En la piscina me ha hecho más de lo mismo:
Durante la noche estuve pensando en un remedio, porque era una triste circunstancia no poder usar la cámara más que un rato... aunque he de reconocer que posiblemente parte de la culpa sea de la elevadísima humedad ambiental existente en mi lugar de vacaciones. Y la solución me vino de la mano del arroz fino.