Hace ya un tiempo, y con la anuencia de mi santa esposa, decidí comprarle una bicicleta, para que pudiéramos salir en familia a mover un poco las piernas y a ver algo de mundillo.
Como viene siendo habitual ya en mí, busqué en el mercado de objetos usados, y encontré una bici de montaña para señora en Zafra, totalmente impecable. Vamos, igualita que si la hubiera comprado en El Corte Inglés, ya que es de la marca Boomerang.
Tras la primera salida, mi mujer empezó a quejarse del escaso tamaño del sillín, y de lo duro que estaba, máxime cuando seguro que se podía contar por décadas el tiempo que hacía que la mujer no se subía a una bici. A todos los efectos, el sillín era normal y se encontraba en perfecto estado.
El caso es que, con tal de que no abandonara la idea del cicloturismo esporádico, busqué en Decathlon el sillín de recambio más grande que había, así como un añadido de gel que lo hiciera aún más cómodo.
El problema llegó cuando observé, una vez adquirido, que los sistemas de fijación del sillín original y del repuesto eran totalmente diferentes:
Como se puede ver en las fotos anteriores, el sillín original tiene una forma plástica en la que encajan las pletinas a presión, mientras que el de repuesto tiene dos barras metálicas circulares que necesitan de otro tipo de sistema de acople.
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