Después de más de año y medio sin subirme a mi kart, desde aquella carrera en Moraleja que coincidió con mi décimo aniversario de casado, aquella mi primera carrera, donde bomba de frenos y embrague no me dejaron ni correr ni acabar, después de mucho llover en estos dos últimos inviernos, el pasado sábado volví a subirme a mi MacMinarelli.
La ocasión la pintaban calva. Una paellada en KartingTalavera, a un precio irresistible, y un montón de pilotos con los que interactuar.
Así que terminé de arreglar mi kart, bueno, Pedro, el mecánico de KartingTalavera se dedicó a ello, y cuando pude, salí a pista.
La verdad es que tenía ganas de reencontrarme con el olor del aceite de dos tiempos, con el sonido del molinillo a casi trece mil vueltas, con mis amigos y con los que no lo son aún, con el alfano que no hace más que recordarte que estás muy lejos del resto...
Y también tenía ganas de que mi hijo entrara a pista con otros niños. Creo que lo necesitaba, para darse cuenta de que con el kart se puede correr más, se puede divertir más... pero el nivel de los críos era increíble. Y tanto que dos veces se metió en el garaje cabreado porque los adelantamientos eran continuos.
Suerte que, al menos, me hizo caso en lo de no cerrar a quienes le quisieran adelantar, porque en Marina D'or es un espectáculo ver cómo se mueve de lado a lado de la pista para que nadie le adelante. Muy mal hecho, por cierto.
Pero es que los niños iban como misiles cuando mi hijo aún va a gatas. Eso me obliga a reaccionar, junto a él, y obligarnos a ir a entrenar más a menudo. O eso, o a olvidarnos del tema.
Yo sólo pude hacer un par de sesiones. Aparte de que no me encontraba muy bien, el kart exige mucho, y rápidamente mis palmas y mis antebrazos empezaron a recordarme lo desentrenado que estoy. Pero sólo será cuestión de empezar a ir más a menudo, y a gastar algo de gasolina y ruedas para empezar a pensar en recuperar algo de forma y destreza.
De momento, un buen rato el del sábado. Tanto por mí como por mi vástago. Para redondear el día, sólo hacía falta que el segundo de los críos también se interesara por darle al acelerador... pero tiene mala pinta la cosa.
Ya veremos como evolucionamos los tres...
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