El hecho de haber formado ya una familia numerosa implica que necesitas espacio para transportar cosas, sobre todo cuando sales de vacaciones. A pesar de que el 307SW tiene un maletero espectacular, se queda corto cuando llevas un bebé que ocupa dos sitios, y el mayor de los críos va instalado en el sexto asiento que se come ya medio maletero.
Por eso, en la primavera de 2012 estuve buscando mucho por Internet, para encontrar un pequeño remolque, ligero, en buen estado, y que me permitiera ampliar la capacidad de carga del coche en momentos puntuales.
El caso es que la mayoría de los remolques que encontré son o eran de cazadores, con lo que implica en cuanto a suciedad, olores, óxidos, y estado general del remolque. Y en cuanto a precios, a pesar de la crisis, parece que a nadie le corre prisa vender las cosas que oferta...
De los factibles, me decanté por un Erde 102, que se hallaba en Algeciras, y que incluía (documentación, por supuesto) una tapa de plástico, que además de proteger, aumenta la capacidad algo escasa del artefacto. La vista del interior de la caja también era de las mejores que pude encontrar.
Aparte de quitarle algunas pegatinas, y darle algún limpiado más, sólo tuve que arreglar uno de los pilotos traseros, y los dos captafaros triangulares, que estaban algo rotos, y que pedí por internet, junto a algunos captafaros rectangulares (los prefería blancos, pero me llegaron amarillos) para añadir al remolque.
Todo lo que compré lo encontré aquí.
Todo lo que compré lo encontré aquí.
Y me puse a cambiar las cosas rotas, porque nos íbamos de vacaciones en unos días. La sustitución de los reflectantes triangulares no dio demasiada guerra, taladrar los remaches y volver a ponerlos no tiene demasiado misterio, si bien, para facilitarme la labor, decidí desmontar las piezas laterales que los portan, y así hacerlo en casa, con luz, y en posición horizontal:
Eso sí, un remache un poco duro de mollera, que no quería cortar, acabó rajando un poco uno de los nuevos captafaros:
También me encontré con la sorpresa de que a pesar de que el recambio del piloto adquirido era aparentemente el mismo, luego quedaba un poquito más pequeño, y no encajaban bien los tornillos. Como lleva dos partes, la amarilla y la roja, sólo instalé la amarilla, que era la realmente rota, dejando la roja antigua, que porta los agujeros y encajaba a la perfección, quedando pendiente la adquisición de un piloto completo para evitar la entrada de humedad o polvo.
Unos días después también nos pusimos con la tapa del remolque, totalmente de plástico, que se encontraba un poco rota por la parte delantera, donde se une a la caja, y que reforzamos mediante la adición de dos pletinas de hierro, por dentro y por fuera, para reforzar la sujeción y repartir los esfuerzos, y que luego pintamos de un color discreto:
La verdad es que ganó, y mucho en cuanto a resistencia de la tapa, antes daba la impresión de que en cualquier operación de apertura podías romper los endebles soportes, y ahora ya da mayor seguridad a la hora de manipularla.
Una vez cargado para irnos de vacaciones, decidí rodear la tapa con un par de eslingas, para evitar sustos en la carretera:
Y a hacer el primer viaje con el remolque cargado:
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